lunes, 25 de octubre de 2010

La boda.


Para Francis y Juan

"Por una mirada, un mundo;
por una sonrisa, un cielo;
por un beso...¡ Yo no sé
qué te diera por un beso"


Así define el amor, nuestro poeta más romántico.

Esto, podría aplicarse a cualquier tipo de amor, pero, sobre todo al amor ilusionado: de un hombre por una mujer, o viceversa.

Ayer tuve el placer, mucho más inmenso de lo que soy capaz de expresar con palabras, de poder asistir a LA BODA.

El cariño y el afecto que me unen a los contrayentes, más a ella que a él, hacían que deseará estar presente, en el momento solemne en que se pronunciaron, mutuamente, los votos.

Todo fué perfecto.

Tan perfecto que, entonces, me dí cuenta, de que nunca había asistido a una boda de verdad. La mirada ilusionada de la novia era respondida con otra mirada, mucho más ilusionada del novio, porque traía también las ilusiones y emociones de él.

En varias ocasiones sus ojos se enturbiaban con lágrimas de alegría y felicidad.

Pero sobre todo, la auténtica explosión emocional fue en el momento de pronunciar los votos: primero la novia; con los ojos turbios, por una lágrima indiscreta; y aunque no se noto mucho, por una voz traicionera: pronuncio la clásica formula. Al mismo tiempo sus emociones, eran tan fuertes que, saltaron fuera de su cuerpo y nos hicieron cómplices a los presentes.

Los hombres nunca tenemos tanta suerte.

Y al novio, no sólo se le enturbiaron los ojos por la emoción del momento y su significado, si no que su voz fué más traicionera. Pero lo cierto es, que la gran explosión de emotividad de los contrayentes invadió la pequeña iglesia de los PP. Franciscanos, mientras escuchábamos la excelente interpretación de la salve rociera, que hizo el coro que acompaño la misa; mientras un escalofrió, lleno de alegría, recorría nuestra espalda.

Ambos nos dieron una muestra de amor. De ese amor que tanto necesitamos todos hoy día.

Yo espero que les dure por siempre; y que, cuando sean viejecitos vivan, tan intensamente como hoy, la emoción de este día.

Decía también G.A. Bécquer:

Volverán del amor en tu oídos

las palabras ardientes a sonar.

Que la Felicidad os acompañe: Siempreeeee.




viernes, 15 de octubre de 2010

Final felíz para los mineros chilenos.


Hoy la noticia del día sigue siendo el salvamento ejemplar de los treinta y tres mineros de Chile. La prensa, y todos los medios de comunicación, los están tratando como auténticos héroes; lo cual es cierto.

Ante la situación extrema, en que se encontraron, fueron capaces de poner su sentido común, su experiencia, y su fe: en que iban a ser rescatados.

Se pusieron a luchar: primero esperando; y después, después, colaborando con el exterior.

De este grupo salió un auténtico líder natural, que fue capaz de conseguir, desde el principio, mantener la disciplina y de ordenarse en las distintas actividades diarias.

Ser capaz de mantener la forma física, en esta terrible situación, tiene mucho, pero mucho, mérito y no digamos ya, el mantener la salud psicológica.

Salieron a los sesenta y nueve días, gracias a un trabajo bien hecho de todos los intervinientes en la operación de rescate.

En la superficie tuvieron muy buenos organizadores, que consiguieron implicar a los mejores especialistas de todo el mundo para, entre todos, alcanzar el éxito.

El mundo entero se sintió implicado, estuvo pendiente.

Todos se merecen las máximas felicitaciones. Todos estuvieron fantásticos; y para todos ellos me faltan elogios.

Ahora bien. ¿Qué me decís de las seis personas que, estando en la superficie, bajaron a la mina para ayudar al buen fin de esta, excepcional, operación?

El que está dentro, no le queda más remedio que hacer lo que sea por salir; pero el que está bien y se pone en situación de riesgo para ayudar a los demás; tiene, para mí, mucho más valor y demuestra una gran valentía; y mucho amor por sus semejantes.

Lo mineros rescatados son efectivamente unos héroes. Los rescatadores más.

A falta de haber podido encontrar una foto de este, especial y valiente, equipo incluyo una relación con sus nombres, como homenaje:

Los rescatadores:
  • Manuel Gonzaléz, experto en salvamento de la mina.
  • El Teniente; Roberto Ríos, infante de marina.
  • Patricio Roblero, suboficial de la Armada y experto en rescate.
  • El brigadista de la corporación estatal de Codelco, Jorge Bustamante Ramírez.
  • El cabo del Grupo de Operaciones Especiales de Carabineros, Patricio Sepúlveda.
  • El bombero Pedro Rivero.

viernes, 8 de octubre de 2010


Benissa tiene un precioso y rico casco antiguo, bastante bien cuidado, pero oculto a la mirada de las miles de personas que pasan diariamente por esa carretera, (nacional N-332) que ahora nos cruza y de la que queremos deshacernos.
No he pensado si será ,o no ,acertada la decisión del desvío. Eso se lo dejo al tiempo.
Pero me alegro, en sobremanera, en que casas como la de la foto se restauren, o al menos se restauren sus fachadas; y devuelvan a nuestra villa el porte y señorío que hemos tenido a lo largo de la historia.
Los que, habitualmente, pasamos por este lugar disfrutamos con la nueva estética que le ha dado a nuestro pueblo. Es un placer para la vista. Y pienso que también es un excelente, y sutil cartel publicitario de lo que somos, de nuestra personalidad.
Esta mañana me decía un amigo mio, d'Els Poblets: "cada vez que paso no puedo evitar mirarla".
Amigo Manolo Benissa es un bombón que no se ve hasta que le quitas su envoltorio.

viernes, 1 de octubre de 2010

Dos sensaciones.


El semáforo que hay en la avda. del País Valencià, frente al paseo de Dª Dolores Piera, un ciclista se lo ha saltado limpiamente.
Sorprende que hoy, que todo el mundo conduce, que todos los medios de comunicación tratan de que tomemos conciencia: de la vulnerabilidad de los ciclistas, como los elementos más débiles que intervienen en ese fluir del tráfico; sean ellos, los que provoquen al riesgo de manera tan inconsciente; siendo, como son, conocedores de las normas de circulación viaria. Sorprende, pero así es.
No es la primera vez que lo veo; y no es la primera vez que me produce una sensación de disgusto e impotencia.

Sigo andando, en dirección a Alicante y cuando había dejada atrás unos veinte metros, paso junto a la parte posterior de la iglesia de la Puríssima Xiqueta, imponente y majestuosa ella. Entonces, me cruzo con un enorme camión de transportes internacionales, conducido por un señor casi tan grande como el camión. Su barba espesa y negra, le hace parecer un patriarca de la iglesia ortodoxa. En el momento en que el hombre ve nuestra Catedral de la Marina se santigua, humilde y fervorosamente.
Fue un acto reflejo y lleno de fe.
A mí me ha llenado de paz; y me ha compensado la sensación anterior con creces.
Este sencillo y anónimo gesto ha bastado para hacer de mi vida, en el día de hoy, algo especial.
Gracias señor. Quien quiera que seas.
Desde entonces no puedo dejar de pensar, en que este gesto tiene detrás una educación rica en creencias, convicciones y mucha fe: en su Dios y los hombres.
Desde la paz y bienestar espiritual, que me ha proporcionado este desconocido; me he puesto a repasar y reconsiderar las mías, y a recordar: que me siento mejor, cuanto más felices hago a las personas de mi entorno.
¿Y tú?