miércoles, 12 de mayo de 2010

Calle de pueblo.


Aunque hay bastante gente que no comparte mi criterio, yo estoy orgulloso de ser raro y de pueblo.
Benissa es el pueblo dónde he nacido y dónde he dormido toda mi vida. Desde hace unos pocos años, al prejubilarme, a demás vivo en él.
Me encanta pasear por su calles, disfrutar de la calma de algunos rincones, de sus bonitas calles, (sobretodo las del casco antigüo) y encontrarme con esas mujeres mañaneras, que limpian las puertas y cristales de sus casas y, que como antaño, mantienen un hermoso y cuidado vergel de flores tras la rejas de hierro de sus balcones y ventanas.
El intenso y variado colorido de sus flores, contrasta con el verde de las hojas de las plantas; el perfume, que algunas de ellas emanan, y la justa sensación de humedad crean el especial microclima que despierta nuestros sentidos.
Da gusto vivir en un pueblo así.
Gracias a las pocas mujeres que crean estos espacios y que contribuyen a que el transitar por nuestras calles sea, también, una fuente de placeres para nuestros sentidos.
Ya sé que actualmente la mayoría de las mujeres trabajan y que no les queda tiempo para estas cosas pero sería muy bonito, para nosotros, y positivo para nuestro turismo que cundiera el ejemplo.