
Aunque hay bastante gente que no comparte mi criterio, yo estoy orgulloso de ser raro y de pueblo.
Benissa es el pueblo dónde he nacido y dónde he dormido toda mi vida. Desde hace unos pocos años, al prejubilarme, a demás vivo en él. 
Me encanta pasear por su calles, disfrutar de la calma de algunos rincones,  de sus bonitas calles, (sobretodo las del casco antigüo) y encontrarme con esas mujeres mañaneras, que limpian las puertas y cristales de sus casas y, que como antaño, mantienen un hermoso y cuidado vergel de flores tras la rejas de hierro de sus balcones y ventanas. 
El intenso y variado colorido de sus flores, contrasta con el verde de las hojas de las plantas; el perfume, que algunas de ellas emanan, y la justa sensación de humedad crean el especial microclima que despierta nuestros sentidos.
Da gusto vivir en un pueblo así.
Gracias a las pocas mujeres que crean estos espacios y  que contribuyen a  que el transitar por nuestras calles sea, también, una fuente de placeres para nuestros sentidos.
Ya sé que actualmente la mayoría de las mujeres trabajan y  que no les queda tiempo para estas cosas pero sería muy bonito, para nosotros,  y positivo para nuestro turismo que cundiera el ejemplo.
 
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