martes, 15 de abril de 2008

El hombre de hierro tiene la mirada perdida en la lejanía. Seguramente siente nostalgia de la lejana tierra que le vio nacer. También puede añore ese lugar donde su sueño se haría realidad si no estuviera atrapado por esta extraña civilización, basada en el valor de lo material.
De cualquier modo busca la paz para su alma. Busca la serenidad que proporciona el suave murmullo de este mar Mediterráneo.
El hombre de hierro gusta de las caricias del mar, lo huele, lo escucha y aunque no lo toca también se oxida; porque al final, y aunque nadie lo creía, también tiene sentimientos.
Espero que antes de descomponerse totalmente, sea felíz.