jueves, 26 de junio de 2008

Los que todavía dicen "buenos días"

Cinco y media de la mañana. El bar acaba de abrir, y los camareros, que son los propietarios, están reponiendo las neveras y preparando todo para la hora punta de los cafés.
Los cinco clientes que ese momento estamos tomando nuestro primer café del día vemos como, poco a poco, uno a uno, llegan hombres de un moreno intenso que ya quisieran muchas mujeres para sí.
Y es que estos hombres con arrugas profundas en su cara, de mirada limpia y cuerpo cansado, hacen su parada de camino al campo donde trabajarán duramente durante todo el día, bajo el intenso sol de este verano que se ha pronosticado caluroso.
Muchos de ellos no quieren molestar en su casa al resto de la familia que está durmiendo, y otros simplemente por el placer de los cinco minutos de conversación con sus conocidos.
Es, en definitiva, un punto de encuentro.
Lo maravilloso es que estás personas, todas mayores, conservan los valores de antaño, o al menos los que yo aprendí de pequeño y dicen "Buenos días" al llegar. Con voz fuerte para todo el mundo que está en el local.
Son personas entrañables.

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