domingo, 7 de febrero de 2010

Paseo matutino.


Esta mañana me apetecía pasear y aunque vivo en un pueblo necesitaba más sabor a pueblo.
Uno de los rincones más encantadores de esta comarca es Lliber, apenas llega a los mil habitantes, y eso por que tiene, también, muchos residentes extranjeros  enamorados de este bonito lugar.
Después  del almuerzo me he dedicado a corretear, sin rumbo, casi dejándome llevar por el trazado de las estrechas callejuelas, disfrutando, sin prisas, del encanto que todas ellas emanaban.
Ha resultado ser una buena terapia de relajación. 
Sus rincones, el colorido de las fachadas, junto con el verde de las plantas, o las macetas, que adornaban las puertas de las casas, formaban un cuadro agradablemente sereno y bello.
Pero sobre todo no he podido resistirme a la espontaneidad de la ropa, recién lavada, secándose en plena calle. 
Seguro, que quienes viven en una gran ciudad todavía lo valoran más que yo. De todos modos, como no he podido resistirme, os pongo la foto de este rincón.

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