miércoles, 10 de febrero de 2010

Ludopatía

Cinco y media de la mañana. 
El bar acaba de abrir; y, apenas, hay tres clientes en él. 
Uno de ellos, habitual de estás horas tempraneras, jubilado, con supuesta pensión de autónomo, está librando su batalla  diaria con la misma máquina tragaperras,de todos los días. 
Hoy, como en tantos otras ocasiones, no ha habido suerte y treinta euros han desaparecido por la voraz ranura de la máquina.
Afortunadamente, mi jubilado lúdico no tiene hijos que mantener.
 


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