
Cada día, son más las personas de nuestro entorno personal y laboral, que sufren estrés y ansiedad. Una parte; vendrá por problemas, que siempre se tienen en la vida, como la crisis económica, por la mujer, por los hijos, .... Pero la mayor parte viene de la espiral de velocidad en la que, desde hace tiempo, hemos puesto nuestra vida.
Nos levantamos cansados; porque hemos dormido algo menos de lo justo, y desde ese momento ya llegamos tarde a nuestras obligaciones. Pasamos como una exhalación por el cuarto de baño, y se nos hace todavía más tarde, por momentos. Tomamos cualquier cosa y, mientras la comemos, vamos a buscar el coche; y salimos zumbando, confiando no encontrar ningún atasco.
A pesar de todo, sabemos que cuando lleguemos a nuestro trabajo ya estaremos de los nervios , antes de empezar la jornada.
En nuestro diario quehacer tenemos que ser los más rápidos. Tenemos que invertir menos tiempo, en todas las cosas que hagamos, para, así, ser más competitivos y, por tanto, más rentables para la empresa, tanto si es nuestra; como si no.
Leemos nuestros correos y circulares saltándonos párrafos para ir más rápidos.
Por otro lado; sobretodo si trabajamos para una gran empresa, cada vez los objetivos son más altos, por lo que necesitamos dedicar más tiempo, o ir más rápidos.
Entonces hacemos nuestro quinto curso de optimización y gestión del tiempo.
Pero aún así esta espiral parece no tener fin.
¡¡Que agobio!!
Nuestra mente no deja de pensar buscando una solución. Que evidentemente no encuentra.
Y, ¿ entonces qué?
La gran pregunta es: ¿dónde está el límite?
Pero no queda ahí la cosa: porque las mujeres que son fuente de vida, y el alma de los hogares ,y de las familias: son las que llevan la peor parte. Son las que soportan todo esto y, además tienen las obligaciones de los hijos, y de la casa; y aunque reciban ayuda, si tienen una pareja comprensiva, son las que llevan el mayor peso de esta segunda, y en algunos casos, tercera obligación.
Así están ellas.
De los nervios.
A todo esto; demos gracias, porque ellas son más inteligentes y más organizadas que los hombres.
Ante está desoladora situación ha surgido el movimiento slow:"Su intención es iluminar la posibilidad de llevar una vida más plena y desacelerada, haciendo que cada individuo pueda controlar y adueñarse de su propio periplo vital".
En definitiva, se trata de controlar nuestra vida para vivirla, y dedicarla a aquellas personas que amamos.
A parte de este enlace que he puesto más arriba; si a alguien le queda algo de tiempo le recomiendo el libro que estoy leyendo; y que me esta encantando:
Título: Elogio de la lentitud
Autor: Carl Honoré
Editorial: RBA

En la portada de mi libro se puede leer el siguiente comentario:
"De como una vida sin prisas nos ayuda a ser más felices." El Periódico.
Nos levantamos cansados; porque hemos dormido algo menos de lo justo, y desde ese momento ya llegamos tarde a nuestras obligaciones. Pasamos como una exhalación por el cuarto de baño, y se nos hace todavía más tarde, por momentos. Tomamos cualquier cosa y, mientras la comemos, vamos a buscar el coche; y salimos zumbando, confiando no encontrar ningún atasco.
A pesar de todo, sabemos que cuando lleguemos a nuestro trabajo ya estaremos de los nervios , antes de empezar la jornada.
En nuestro diario quehacer tenemos que ser los más rápidos. Tenemos que invertir menos tiempo, en todas las cosas que hagamos, para, así, ser más competitivos y, por tanto, más rentables para la empresa, tanto si es nuestra; como si no.
Leemos nuestros correos y circulares saltándonos párrafos para ir más rápidos.
Por otro lado; sobretodo si trabajamos para una gran empresa, cada vez los objetivos son más altos, por lo que necesitamos dedicar más tiempo, o ir más rápidos.
Entonces hacemos nuestro quinto curso de optimización y gestión del tiempo.
Pero aún así esta espiral parece no tener fin.
¡¡Que agobio!!
Nuestra mente no deja de pensar buscando una solución. Que evidentemente no encuentra.
Y, ¿ entonces qué?
La gran pregunta es: ¿dónde está el límite?
Pero no queda ahí la cosa: porque las mujeres que son fuente de vida, y el alma de los hogares ,y de las familias: son las que llevan la peor parte. Son las que soportan todo esto y, además tienen las obligaciones de los hijos, y de la casa; y aunque reciban ayuda, si tienen una pareja comprensiva, son las que llevan el mayor peso de esta segunda, y en algunos casos, tercera obligación.
Así están ellas.
De los nervios.
A todo esto; demos gracias, porque ellas son más inteligentes y más organizadas que los hombres.
Ante está desoladora situación ha surgido el movimiento slow:"Su intención es iluminar la posibilidad de llevar una vida más plena y desacelerada, haciendo que cada individuo pueda controlar y adueñarse de su propio periplo vital".
En definitiva, se trata de controlar nuestra vida para vivirla, y dedicarla a aquellas personas que amamos.
A parte de este enlace que he puesto más arriba; si a alguien le queda algo de tiempo le recomiendo el libro que estoy leyendo; y que me esta encantando:
Título: Elogio de la lentitud
Autor: Carl Honoré
Editorial: RBA

En la portada de mi libro se puede leer el siguiente comentario:
"De como una vida sin prisas nos ayuda a ser más felices." El Periódico.